viernes, 23 de agosto de 2013

RUSIA, LA CUNA DE LA HOMOFOBIA

  Se ha liado, y con razón, en Rusia. Los Juegos de Invierno, de hecho, han pasado a un segundo plano gracias a la enésima sinrazón de Putin, el capo ruso, que quiere ser como Berlusconi de mayor. Le da por imponer sus ideas a unos ciudadanos que cada vez están más metidos en un bucle de soledad respecto del resto del mundo. La última gracia de su Señor: odio y persecución a los homosexuales. Supongo que Pussy Riot metieron miedo al control absoluto de la sociedad rusa por parte de unos líderes que siguen creyendo que la democracia es algo estúpido y que prefieren el dominio al progresismo. Y así hacen una sociedad a su gusto. El odio que han impulsado con su propaganda hacia los homosexuales, defendido por su mejor atleta contemporánea (no es ninguna casualidad), ya se ha cobrado víctimas mortales y numerosos heridos por los guerreros callejeros de Putin, unos jóvenes sin ninguna esperanza que pegan palizas y maltratan a personas que, simplemente, quieren vivir en libertad y sin dar explicaciones o esconderse con el resto de ciudadanos de su país. Gracias a personajes tan populares como Wentworth Miller y algunos atletas participantes en los Juegos de Invierno, nos llega un soplo de esperanza desde Moscú, que desde hace unas semanas es la cuna de la homofobia. Sigo creyendo en el boicot a Rusia mientras no se respeten los derechos fundamentales de las personas.

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